Mi Gran Noche

en el frío espacio que nos hunde en soledad, la esperanza nos aguarda con una mirada risueña, o sarcástica.
Y por fin di con mi casa, llegué como por casualidad, ya no recordaba como era. Mi pieza tal y como la dejé, aunque bastante más ordenada, mi santa madre sigue ayudándome con esa difícil tarea del orden, si pudiera entregarle a ella mi alma, pero esa es mi tarea. Debo reconocer que a mi llegada sentí una extraña sensación, me sentía ajeno a estas paredes que encierran a mi familia, algo ocurría y no lograba darme cuenta, mas siempre me pasa, incluso cuando voy por cigarrillos y tardo sólo unos minutos, en fin.
Después de dormir bastante para tratar de recuperar mi fatigado cuerpo (ilusa idea) logré descubrir que me atormentaba, en el orden que había sufrido mi dormitorio se habían ido tesoros invaluables en las inexpertas manos de mi madre (que ya no me parecía tan santa). Durante años había acumulado riquezas con un valor inexacto pero tremendo; me di de inmediato a la tarea de hacer un riguroso inventario que me ayudara a precisar la perdida, me hizo falta un día y una noche para llegar a un cálculo estimativo, era desgarrador, al parecer mi madre se había asesorado para destruir sólo lo irrecuperable y dejar mi pieza llena de superfluos y ordenados elementos, a quien se le puede ocurrir dejar la cama si ya no tenía gran parte de las cosas que me permitían dormir en paz, una lámpara, una maldita lámpara que ni siquiera me sirve ya de pisapapeles, porque ya no hay papeles. Gracias a mi inestable estado anímico, que espero comprendan, no puedo seguir escribiendo, pero en un último esfuerzo dejaré la lista de cosas que perdí, y si alguno de ustedes logra recuperar algo estaré eternamente agradecido se contacte conmigo, que yo sabré recompensarle.
- 9 cartas de mi polola de 16 años.
- Carátula de cassette original Serrat “en tránsito”(1986).
- 1 poema de un amigo, de Pichilemu.
- 1 piedrita de la casa de una princesa.
- 57 monedas de $10 (con la cara antigua).
- 1 foto de una princesa (sí, la misma).
- 1 uñeta obtenida de inconfesable lugar.
- The Clinic Nº13, 15, 16 y 17.
- 3 viejos pasajes Santiago-Pichilemu.
- 1 caja de fósforos con años de historia.
- Mi próximo post escrito en 4 boletos de micro y un trozo de diario (ya saben, la maldita inspiración).
- Los cordones de mis viejas zapatillas.
- 1 foto de la virgen de Guadalupe(sin fines religiosos).
- El retrato donde mi sobrina me plasmo en plenitud (donde mejor me veía según los expertos).
El Ingenio fue el refugio que necesitaba para reencontrarme con la región metropolitana, un hermoso lugar ubicado entre las montañas del Cajón del Maipo, con vistas impresionantes del río y los nevados, fue una bienvenida inolvidable. Un grupo de amigos me invitó a pasar unos días por estos parajes y yo, como siempre acepté. Fueron días de relajo extremo, que aproveché sabiamente para ordenar mi quijotesca vida.
Llegué a algunas conclusiones, que aunque no definitivas, serán de importancia en mi nueva vida(olvidaba contarles que tengo una nueva vida); lo primero fue pensar seriamente en el Budismo como opción de vida, lo segundo fue considerar inviable la anterior idea por ser imposible para mí dejar la carne, el cigarro y la lujuria, por ser parte primordial de mi vida. A continuación de los desvaríos anteriores decidí comenzar a escribir en un blog, pero recordé que ya lo hacía(aunque con no muy buenos resultados)así que me di cuenta que todo lo que quería para mi vida ya lo tenía o era completamente inviable(en la lista también estaba existir, ser primer violín en la filarmónica parisina, capitán de un barco pirata, coleccionista de bastones, cartero en Capri, etc.)por lo que decidí terminantemente mantener mi vida como está y sólo agregar un talento literario repentino a mi alma. Hasta el momento todo marcha sobre ruedas, aunque sigo a la espera de mi talento para poder escribir algunas cosas para ustedes, por ahora sólo queda conformarse con la buena ortografía, el talento tal vez llegue con los años.
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