domingo, abril 04, 2021

Pies rojos



La aguja cayó seca sobre el vinilo y comenzó a surcar con su característico sonido, un par de acordes y la voz de Luca invadió todo, el compás fue marcando lentamente los latidos y todo me pareció más bello. 

La noche es limpia y se siente el rumor de almas revoloteando, me acompañaste comandante, tenia tantas ganas de conversar con alguien que caminar en silencio a tu lado tomado de tu brazo fue un bálsamo sanador que llegó como se debe, sin pedirlo, sin imaginarlo, libre de todo. 

El mundo está raro, mi mundo cambia a diario y a veces no alcanzo a acomodar la carga, no es difícil tropezar y caer, siempre es buena la mano dispuesta para levantarte o para sentarse un rato en el suelo cerquita, el resto sigue, pasa por tu lado, algunos te regalan una sonrisa antes de continuar su viaje, otros una mirada curiosa y los más ni siquiera te ven.

Caliento el café por enésima vez y salgo a caminar con los pies rojos, con los de siempre, y pienso en ti y en ella, y en las cuitas del joven Werther, y en la guitarra del joven soldado, y en Gorgias, y en las viejas cochinas, y en el gallinero, y en mis viejos pecados, y la caminata se hace grata y me saca un par de sonrisas, y olvido al viejo Cioran, y me dan ganas de bailar y luego no, y pienso en que pasaría, y luego recuerdo que ya no pasó, y fumo para calentar los bronquios, y busco constelaciones que no conozco, y ronco mientras sueño despierto, y vuelvo a reír con razón.

Hoy es siempre todavía, Mercurio retrogrado...

 

sábado, marzo 06, 2021

Postamor


“te haces daño, eres autodestructivo y no pararás hasta terminar con lo que queda de ti, no seré tu cómplice en esto...”

Esos fueron sus gritos antes del portazo que no dejaba lugar a dudas, se marchaba y con esto ponía fin a lo que nunca comenzó. Quedé largo rato en la esquina de la cama tratando de armarme, de encontrarme, por un lado disfrutaba mi desgracia que confirmaba mi insignificante existencia, me daba la razón, soy un gusano; por otro lado me dolía descubrir nuevamente que soy mi peor enemigo, boicoteando cualquier oportunidad de enderezar la marcha, que nuevamente no podía conmigo, el puto sino marcado en la frente con ceniza que indica dónde va la bala.


Un cigarro y un café, estaba claro que la noche sería muy larga y había que buscar cómo acallar esas voces que llegaban puntualmente a la cita. Hace años pienso que la alegría es un estado temporal de locura, un desperdicio de tiempo y energía, la lucidez estaba en darse cuenta de lo miserable de la existencia y vanagloriarse de este descubrimiento frente a los incautos que reían sus nimias vidas mientras se apagaban sin saberlo. La lucidez, claro, que gran idea, muy buena decisión, cómo no.


Hora tras hora, minuto tras minuto me dedique a limpiar mi cabeza, a vaciar esa cantidad de supuestos que cargué por tanto tiempo, a ralear el poco espacio que quedaba libre y convertirlo en un lugar habitable para quien viniera, el amanecer anuncia el fin de la tarea, el comienzo de la vuelta.

 

Soy un incauto más engañado por la luz, en mi próxima vida escojo la ignorancia, me lo debes Buda.

lunes, febrero 15, 2021

Infiernillo


 

Al bajar esa colina la brisa golpeaba mi rostro, cientos de agujas clavando y mis ojos clavados en el mar, en el tren de espuma que corría, London calling en los oídos, pisco en la mano, pisco en el estómago, pisco en el cerebro. Los trescientos metros que me separaban de la arena eran un paseo soñado, me refrescaba del encierro oleoso en el que me encontraba, también refrescaba las ideas y alimentaba mi ingenuo corazón rebelde con la ilusión del toque de queda. Un pie y luego el otro, el alcohol en la sangre no permite realizar el camino recto y hay que corregir cada un par de pasos, las ideas también se desvían y arrastran imágenes olvidadas en un tambaleo constante, es difícil pensar así.

Los bototos pesan el doble en la arena, cargamos con nosotros, con todo lo que somos, un trago de pisco ayuda a enderezar la mente y Guns of Brixton golpea el corazón, arriba la luna grande y amarillenta ilumina un recto camino que de seguro lleva al farsante tras el mago. No dejo de pensar, es todo tan grande que no hay donde escapar, soy un hombre solo entregado al centro del descampado y las olas no dejan de chocar. 

martes, octubre 27, 2020

Aullar

Aullar sin garganta 

Como quiltro viejo,

Sin guardar apariencias 

Ni apelar a la razón.

Dejar pasar el tren

Roja, amarillo, violeta 

Y colgarse de un reloj

Que balancea mis piernas.

Robar un par de versos

Sin fines poéticos

Sólo con el afán 

De eternizar la roca que me mueve.

Nunca es tarde gemí,

Y el eco me respondió...

 

jueves, junio 20, 2019

puente quebrado camino a Peumayen




No debo mirar atrás, pensé con tanta fuerza que hasta me lo creí, en medio de la noche adulta mis pasos se alejaban de aquella infame visión, ya nunca más volveremos a ser  uno, el óxido se instalo a carcomer, el dolor vuelve a ser compañia, 19 días y 500 noches. Nunca puedo volver a confundir una mancha con un cicatriz.

viernes, mayo 24, 2019

Tarde de otoño



Un sábado de otoño, lo recuerdo perfecto, era otoño de enciclopedia, nublado y templado, mi rincón favorito. Pantalón celeste, camisa a cuadros, suéter tejido a mano gris y azul, zapatón café, cara de despiste algo transpirada, ocho años a cuestas, el niño de siempre, el otro. Mientras decidíamos, sentados en el pasto de Mauricio, si jugábamos penales o partido peleado sentimos el estruendo, luego de un segundo de duda nos percatamos de lo ocurrido, dos metros de arena y dos de ripio para don Tulio, era un regalo del cielo, bendita tarde de otoño, plena tarde de amigos, ni
Sábados Gigantes nos entró al calor de hogar, uno de los mejores días de mi vida, no se si ahí comencé a adorar el otoño o había nacido con eso. Cuando sea niño diría Facundo, cuando sea niño.

Hasta entonces nunca me habían aterrado de esta forma los aeropuertos. (El camino de regreso, Isamel Serrano)   

martes, abril 09, 2019

Soliloquio


Remontar el camino desde la quebrada es una ardua tarea, el calor aporta lo suyo, cuantas noches buscando cobijo entre el paisaje, disputando una cueva o un rincón con animales inventados. Siento el sol fuerte en la frente, queda mucho trecho por subir, a momentos me siento flaquear, pero su rostro me revive, me fortalece. Nunca debí llegar aquí, mis pasos errantes me llevaron a mirar la quebrada con estúpido romanticismo, bajar ahí sería una hazaña a mi altura, nada más alejado de la realidad, siento que avanzo pero sólo es efecto del sol, estoy sentado en una roca, mi mente trata de sacarme de este lugar pero es sólo una ilusión, no me he movido en las últimas 36 horas, desfallezco regalando mis últimas fuerzas, nunca debí bajar, no lo merecía, no todavía...
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