Pies rojos
La noche es limpia y se siente el rumor de almas revoloteando, me acompañaste comandante, tenia tantas ganas de conversar con alguien que caminar en silencio a tu lado tomado de tu brazo fue un bálsamo sanador que llegó como se debe, sin pedirlo, sin imaginarlo, libre de todo.
El mundo está raro, mi mundo cambia a diario y a veces no alcanzo a acomodar la carga, no es difícil tropezar y caer, siempre es buena la mano dispuesta para levantarte o para sentarse un rato en el suelo cerquita, el resto sigue, pasa por tu lado, algunos te regalan una sonrisa antes de continuar su viaje, otros una mirada curiosa y los más ni siquiera te ven.
Caliento el café por enésima vez y salgo a caminar con los pies rojos, con los de siempre, y pienso en ti y en ella, y en las cuitas del joven Werther, y en la guitarra del joven soldado, y en Gorgias, y en las viejas cochinas, y en el gallinero, y en mis viejos pecados, y la caminata se hace grata y me saca un par de sonrisas, y olvido al viejo Cioran, y me dan ganas de bailar y luego no, y pienso en que pasaría, y luego recuerdo que ya no pasó, y fumo para calentar los bronquios, y busco constelaciones que no conozco, y ronco mientras sueño despierto, y vuelvo a reír con razón.
Hoy es siempre todavía, Mercurio retrogrado...