La Rumana
Hace un par de días que veo a la rumana y su acordeón en el centro de la ciudad, pero no le había prestado más atención que la que le presto a cualquier mendigo, eso fue hasta hoy. Hoy descubrí que tras su sucio pelo habían unos bellos ojos que danzaban al compás de su instrumento, unos ojos que evocaban otros tiempos, como los de un anciano en su último suspiro; me detuve unos pocos segundos a oír su interpretación, no era una estrella de la música, de hecho lo más seguro es que aprendió a tocar el instrumento a base de sueño y hambre, pero juro por lo más sagrado que era simplemente perturbadora. No fui capaz de dejar una moneda en su tarro enlozado, aun cuando pagué un par de billetes por ir a ver una mujer muy parecida a ella dirigida por Kusturica.
2 Comments:
Será la misma? a veces nos encontramos con esos personajes en la calle que nos muestra que todo puede cambiar y que nadie esta excento de ello... un abrazo
Cuánto dolor debe haber en esas almas que pululan en las calles expatriadas por el hambre, para seguir sientiendo hambre en escenarios distintos. Abrazos.
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